Por Juan Gomez
La vida de Ángel Correa es perfecta. Figura en el Atlético, jugador de la Selección argentina y está salvado económicamente. Sin embargo, no siempre fue así: cuándo tenía 10 años falleció su padre y desde allí transitó una infancia llena de riesgos. No le fue fácil. Pero si eres luchador desde muy pequeño, tarde o temprano tendrás recompensas.
Angelito debutó en San Lorenzo de Almagro a los 17 años. Desde muy joven deslumbró con su talento. En el 2014 fue una de las figuras de la Copa Libertadores de América. Lamentablemente, se perdió las semifinales y finales porque le descubrieron un problema en el corazón. En aquella época fue una incertidumbre si podía continuar o no con su carrera deportiva.
En aquel año se puso en duda la transferencia del argentino al Atlético de Madrid. Fue sometido a una operación en Nueva York por un tumor benigno en el ventrículo izquierdo. Finalmente, los médicos tuvieron éxito y pudo volver a las canchas. Nadie podía frenarlo. Estaba destinado a brillar en Europa y convertirse en un integrante de su querida Selección.
El Colchonero fue campeón de La Liga 2020/2021. En aquella edición Correa fue clave. Disputó los 38 partidos. De los cuales fue titular en 29 de ellos. Convirtió 9 goles y asistió en 8 ocasiones. Uno de los tantos más recordados es frente al Valladolid, el día de la vuelta olímpica. Se transformó en un jugador muy querido por la afición.
El delantero sentía molestias en la prótesis que le habían colocado en el esternón. La cirugía solucionó la desviación. Sucedió hace tan sólo 4 meses en Madrid. Por suerte, tuvo éxito y volvió a entrenar con normalidad. Es especialista en gambetear. Tanto dentro del campo de juego como en la vida.
29/02/2024
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